jueves, 23 de junio de 2011

Mi hijo no es feliz en la guardería o Kinder

Continuando con ensayos personales pasados, les traigo otro texto que publiqué en un blog amigo y que fue hecho cuando todavía no consideraba en mis opciones vivir el Homeschooling (tema que abordaré ampliamente). Mi hijas han pasado por varios cambios escolares debido a que simplemente no encontraba un espacio amoroso y libre donde ellas desarrollaran su escolarización feliz.

“No es signo de salud estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.” F. KRISHNAMURTI"

Cuando un niño pequeño no quiere ir a la guardería, maternal o preescolar, necesitamos observar y analizar antes de emitir un juicio. No podemos tomar como respuesta los lugares comunes y decir que “tiene capricho”, “me está manipulando”, “tiene miedo al abandono”, “es un flojo”, etc. Pienso que todos los niños merecen ser tomados en cuenta cuando rechazan asistir a su institución especialmente cuando hablamos de niños pequeños.
En este caso, no me voy a referir a la adaptación inicial en el maternal o jardín, si no a aquellos pequeños que luego de estar ya varias semanas o meses asistiendo a una institución siguen presentando o comienzan a presentar síntomas de inadaptación, que yo diría más bien de infelicidad.
¿Qué nos pasa ahora a las mujeres que estamos desconectándonos de nuestra maternidad protectora e instintiva y nos hacemos de la vista gorda cuando los hijos están gritando por todos los medios posibles (enfermedades respiratorias, alergias, problemas estomacales o asmáticos, pesadillas, llanto, rabietas, agresividad…) que no son felices yendo a ese lugar?
Cuando un pequeño lactante o infante no es atendido en sus necesidades básicas y/o no es nutrido en el sentido emocional ya sea por la madre o en este caso por la institución es común que aparezcan síntomas que peligrosamente podríamos tomar como un lugar común al que me he referido en un principio.
Lamentablemente muchas madres primero esperan lo que tengan que explicar las maestras o encargadas del niño ante tal rechazo del niño a asistir, antes de escuchar y conectarse con los sentimientos de su pequeño. Y esto retarda por mucho tiempo, incluso imposibilita, el darse cuenta de lo mal que la está pasando ese hijo allí adentro.
Otro aspecto que puede entorpecer que nos conectemos con las necesidades del niño es la variada opinión de “expertos” en el tema como psicólogos, pedagogos, pediatras (¿qué hace un pediatra opinando sobre adaptación cuando lo que ha estudiado es medicina?) a quien vemos o leemos en medios de comunicación y que aunque sean expertos en desarrollo infantil, en mi opinión (y eso que soy psicóloga) todos los pequeños son diferentes y únicamente es la madre la que tiene la mayor posibilidad de identificar las necesidades más profundas de su hijo. Los niños no son máquinas seriadas con instructivos; no hay recetas ni remedios universales.
Como madre creo que necesitamos retornar a la sensibilización materna, si es que me permiten el término (que otrora habría sonado como pleonasmo pero que lamentablemente “sensibilidad” y “madre” ya no siempre van de la mano) y seguir esos instintos viscerales, casi uterinos, que nos indican eficazmente lo que ocurre con nuestro hijo cuando no está cerca de nosotras.

No me voy a poner aquí a criticar a las madres que trabajan y que tienen que meter a guarderías a sus lactantes, no es mi intención hacer sentir mal a nadie porque sólo cada madre sabe lo que es soltar al cachorro para ir a buscar alimento, ni a juzgar a cada jardín de niños que existe y echarle culpa cuando un pequeño no quiera cruzar su puerta, pero sí es de mi interés recalcar la necesidad de agudizar los sentidos (de preferencia el sexto) a la hora de observar ese lugar al que llevamos al pequeño.
Por eso, ahí te van mis 6 consejos respecto a qué prestar atención cuando tu hijo no quiere ir a la escuela o guardería:

1. CONÉCTATE CON TU HIJO. Sí, es tan fácil como prestar atención a esos sentimientos que te llegan cuando piensas en él dentro de ese lugar y cuando estas con él y le preguntas cómo le ha ido ese día.

2. ESCÚCHALO. Incluso escucha sus silencios y sus respuestas cortas. Los pequeños que ya hablan te dirán la verdad: “la maestra es muy mala”, “los niños no me quieren”, “me gritan, me castigan, me pellizcan”, “no me dejan tomar agua” “dicen que si no guardamos silencio, no saldremos nunca”, “que si me porto mal otra vez, no me van a querer ya nunca”.

3. OBSÉRVALO. Pon atención a lo que dice y hace cuando juega, porque es cuando ellos “elaboran” o digieren el maltrato o “buentrato” que reciben. Una cosa es que traigan nuevo vocabulario de la escuela y nuevas formas de pelea-sociabilizar (perdón por los neologismos) como “sacada de lengua” y frases tales como “te haré papilla” u “ohh rayos” y otra muy diferente las frases, tono y expresión corporal con que dicen otras como: “que te calles de una vez por todas” “mira niñita si no haces caso te daré otro coscorrón” “ya me tienes harta” y otras formas de agresión física o moral que estamos seguras que no han escuchado en casa.

4. PRESTA ATENCIÓN A SUS CICLOS DE ENFERMEDAD Y CAMBIOS DE CONDUCTA. Dolores de estómago recurrentes, alergias asmáticas o de otras, dolores de cabeza, incluso dolores y síntomas que no parecen tener origen como dolor de pies, manos, etc., el que comience a mojar la cama, o que se haga pipí o popo en la escuela, llegar con moretones, rasguños o tener franca ansiedad de separación y temor al abandono (cuando en otra institución o bajo otras circunstancias no las presentaba o presenta) y cambios de conducta muy marcados hacia lo negativo pueden ser síntomas de qué el niño no es tratado bajo la prioridad de sus necesidades afectivas y físicas.

5. NO JUSTIFIQUES A LA INSTITUCIÓN. Aguas con el sentimiento de culpa porque te puede hacer que justifiques el maltrato de los que cuidan y educan a tu pequeño.
Esto funciona así:
“Bueno a lo mejor se portó mal y por eso lo dejaron sin almuerzo, ni modo eso es porque no estoy yo allí para educarlo ya que trabajo todo el día”.
“Dice su guía que estuvo haciendo berrinche y que por eso lo tuvieron que dejar encerrado y aislado en un salón hasta que se tranquilizara… es por mi culpa porque lo consiento demasiado”.

6. PREGUNTA DIRECTAMENTE A SU MAESTRA O CUIDADORA qué observa y opina de tu hijo, pero no le tienes qué especificar su comportamiento en casa o contarle que no quiere ir a la escuela, primero escúchala y observa más allá de las palabras y creo que como madre entenderás a lo que me refiero: ve su expresión corporal, checa qué sensaciones llegan a ti cuando ella se refiere a tu hijo y si puedes fíjate como trata a los niños cuando no hay madres de familia presentes (si mamis, también tenemos que ser espías). Preguntar a otras madres qué opinan de la guía y si han observado cambios de conducta en sus hijos puede ser muy útil.
Si después de todo, llegas a la conclusión de que no sabes por qué, pero tu hijo simplemente no es feliz dentro de ese lugar, mi consejo aquí entre mamis es que no dudes en cambiarlo de lugar o de ambiente. Nuestra prioridad como madres debe ser la felicidad de nuestros pequeños y máxime cuando apenas están descubriendo el mundo, que es cuando más necesitan de amor, de mimos, de compañía nutritiva que les edifique bases sólidas para un futuro prometedor al menos en cuanto a relaciones socio-afectivas se refiere.
Entiendo que cambiarlo de institución impliquen muchos movimientos y gastos imprevistos, que nos salten dudas respecto a nuestra decisión, que seguramente recibiremos duras críticas de “expertos” (ya sabes: tu madre, tu esposo, tu amiga, etc.) pero si hacemos caso a nuestro impulso materno y natural que siempre buscará lo mejor para nuestro pequeño, entonces muy posiblemente nos libraremos de esa injusta culpa que persigue y tomaremos con más fuerza femenina el timón de nuestra maternidad, porque mientras seamos madres por instinto, por naturaleza y no por aprendizaje vicario (por imitación) estoy segura que nuestros hijos podrán salir bien librados en su integridad personal durante sus primeros años de vida tan esencial para su felicidad a posteriori. Permitámonos descubrir cuánta razón tenemos y permitámosles a nuestros hijos elegir el ambiente en el cuál puedan sentirse más seguros y felices.

“Entendiendo y atendiendo a nuestros hijos fortalecemos ese vínculo maravilloso que entre ellos y nosotros existeNo hay nada más despertador que ver la realidad con ojos propios.. les dejo este video, sin comentarios.




In´La Kech
Mujer de nueva era



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios expanden